Los 5 emprendedores peruanos más exitosos
Historias de éxito de emprendedores nacionales cuyo trabajo dio lugar a algunas
de las compañías más importantes del país
Estos son
tiempos de desaceleración económica en el Perú, pocos lo dudan. Y mientras el gobierno se afana por
ejecutar planes de emergencia que recuperen la economía a punta de inversión
pública y privada, es bueno recordar que incluso en peores circunstancias han
habido peruanos que, a punta de esfuerzo y fieles a sus emprendimientos, han
sacado adelante sus empresas y, con ellas, al país que –la mayoría de
las veces- les dio pocas oportunidades.
Peruanos que
se hicieron solos y cuyas vidas pueden servir de inspiración a quienes ahora
pretenden levantar sus propios negocios.
La lista es
corta y usted puede añadir sus propuestas. Por qué no, su propio nombre.
ALBERTO BENAVIDES DE LA
QUINTANA
Pese a que contó innumerables
veces cada detalle acerca de cómo acumuló su fortuna –valuada por Forbes en
US$2 mil millones-Alberto Benavides de la Quintana solía decir que la minería, el motor que lo hizo
rico, era una cuestión de suerte.
Por eso bautizó
a su empresa como Buenaventura, una palabra muy usada por las gitanas que
leían las manos en la plaza San Martín.
Pero si algún
peruano quisiera disgregar la biografía de este geólogo, encontrará que la
suerte se hace, o mejor dicho, la hace uno mismo: Benavides, hijo de un abogado
de clase media,estudió ingeniería de minas en la UNI y
luego una maestría en la Universidad de Harvard (EEUU), gracias a una beca que
obtuvo con sus propios méritos.
Con semejante
currículum, su primer trabajo fue de lampero en la mina Franklin de Nueva
Jersey (EEUU). Comenzó desde el socavón y cuando ya parecía asentado con un
buen puesto en la mina de Cerro de Pasco, se jugó todo lo que tenía a los 31
años para comprar la mina Julcani de Huancavelica, una que el resto de sus
colegas creía pobre. Con ella despegó.
ISAAC LINDLEY
Era el más chico entre los cinco hombres de una familia de ocho hermanos y no estaba destinado a convertirse en la cabeza de Inca Kola.
Era el más chico entre los cinco hombres de una familia de ocho hermanos y no estaba destinado a convertirse en la cabeza de Inca Kola.
Isaac
Lindley, a quien con el tiempo todos en su empresa llamaron míster, llegó
a liderar a la única gaseosa que superó a Coca Cola en el mundo tras una serie de eventos
desafortunados.
Lo hizo
porque fallecieron sus cuatro hermanos mayores y su primera misión fue salvar
al pequeño emprendimiento familiar de la quiebra. Entonces, entre los
años 40 y 50, Inca Kola era una gaseosa hecha en base a hierbaluisa que
los Lindley habían creado tras varios intentos fallidos para dar con “la bebida
de sabor nacional”.
La historia
de Inca Kola comenzó en aquella época pero, para ser precisos, la primera vez
que un Lindley fabricó una gaseosa en el Perú ocurrió en 1880, cuando el padre
de Isaac, José Lindley, arribó a Lima en busca de un futuro mejor que el que
proyectaba en su Londres natal.
Detrás del
éxito de Inca Kola no solo está el sabor, sirve aclararlo. El despegue que
consiguió Isaac tuvo que ver con una serie deconvenios vía franquicias para
que la gaseosa pudiera venderse a escala nacional, además de numerosas
innovaciones tecnológicas en años en que ello no importaba gran cosa al
empresariado peruano.
ERASMO WONG
Es muy probable que en 1942, cuando Erasmo Wong abrió su pequeña bodega en Miraflores, nadie se imaginaba que con ella nacería la cadena de supermercados más grande del país.
Es muy probable que en 1942, cuando Erasmo Wong abrió su pequeña bodega en Miraflores, nadie se imaginaba que con ella nacería la cadena de supermercados más grande del país.
Es muy
probable que ni siquiera él lo imaginara. ¿Cuál es la fórmula para
pasar de una bodega a una compañía que vale más de US$500 millones? Las
crónicas que repasan la historia de Erasmo destacan una costumbre que
comercialmente resultó ser exitosa: innovar, ir contra la corriente, contra lo
que la mayoría creyó que era la estrategia correcta para crecer.
Así, cuando
todos se concentraron en los reducir los costos, Wong se concentró en
el cliente y personalizó la atención cuando la tendencia apuntaba al
autoservicio.
Y cuando la
recomendación fue reducir el tamaño de las tiendas, él las amplió. Su éxito
tuvo la suficiente resonancia internacional como para que el grupo chileno Cencosud comprara la compañía, pero esa ya es otra historia.
MÁXIMO SAN ROMÁN
En un país en el que tener origen andino y ser pobre se convierte en una combinación fatal que complota contra salir adelante, Máximo –cusqueño de Quispicanchis- optó por el único camino que le quedaba libre para surgir: estudiar. Primero, ingeniería mecánica en la UNI.
En un país en el que tener origen andino y ser pobre se convierte en una combinación fatal que complota contra salir adelante, Máximo –cusqueño de Quispicanchis- optó por el único camino que le quedaba libre para surgir: estudiar. Primero, ingeniería mecánica en la UNI.
Y después una
serie de pasantías y especializaciones en Norteamérica, Europa y Asia. Uno tras
otro, todos fueron pasos cuesta arriba. Cuando era un estudiante de
ingeniería tuvo que doblar fierros en la puerta de un taller de mecánica en
Piñonate, barrio bravo frente a su universidad.
Poco después
fabricó su primera máquina, el molino picador, y desde entonces otras para la
industria metal mecánica, agroindustrial, minera y para la panificación.
A los 34
años, en plena carrera ascendente en el sector privado, decidió arriesgarse y
fundar Nova, su fábrica insignia que hoy exporta
equipos de panificación a Sudamérica y Norteamérica, y que emplea a
cerca de 400 personas.
Ingresó a la
política y fue vicepresidente de Alberto Fujimori hasta 1992, año del famoso
autogolpe, cuando se retiró. Su discurso suele tener un fuerte contenido
social: “Tenemos que cambiar nosotros al país no esperar que el gobierno lo
haga”.
JULIO IKEDA
El patriarca de los Ikeda no nació en el Perú, pero sí demostró durante toda su vida que quería a este país mucho más que el promedio.
El patriarca de los Ikeda no nació en el Perú, pero sí demostró durante toda su vida que quería a este país mucho más que el promedio.
Julio Ikeda
(padre) llegó desde Japón a los 15 años, en 1927, y como la mayoría
de los nipones que arribaron al Callao en aquella época, su primer trabajo fue
de agricultor en el ‘Norte chico’.
Comenzaba a
tener relativo éxito como pequeño empresario cuando en 1944, producto de la II
Guerra Mundial, el gobierno peruano lo deportó a Estados Unidos,
junto a buena parte de la colonia japonesa en nuestro país.
Pese a esa
experiencia, decidió volver y fundar aquí San Fernando,
el que hoy es el grupo más importante de la industria de alimentos a escala
nacional.
Pasó de
vender menos de 50 patos por mes a inicios de la década del 50 a más de un
millón cuando comenzaba el 2000. Hoy el grupo San Fernando está a cargo de su hijo e inicia un
ambicioso plan para consolidarse en la industria alimentaria del país.
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